"Yo es otro", escribía Arthur Rimbaud, y esa otredad que es Lourdes Naveillan aflora en la obra que se hace en la tela o el papel a golpe de pintura, derramamiento de océano o chorreo de estrellas, y apelando a diversas herramientas de mundos muy ajenos al de la delicada factura de sus creaciones. El color ha sido siempre el protagonista de sus obras, mas el gesto le sigue de cerca, casi pisándole los talones, así como las texturas, que pueden ser voluminosas o casi transparencias, y van entregándose unos a otros —revolviéndose en el caldero mágico del Maestro y Druida—, a ese lenguaje de tanta elocuencia como silencios que configura la artista.

Abstracción y figuración se funden en ese mismo amasijo de significados y significantes, y no es azaroso que su última producción se inspire en los misterios del espacio sideral, el cosmos que nos circunda, y que ella invoca cuando se sumerge en su taller o cuando se interna en los bosques, campos y montañas que la acompañan hace décadas en su deambular por la vida.

Exposición individual reciente

Pintura

Atentado Celeste

“Atentado Celeste” Lourdes Naveillan inició un diálogo con los elementos que no ha hecho sino afinarse con los [...]